domingo, 31 de mayo de 2015

Marco Histórico

Ojos Azules la realizó en el año 1970, trata temas como la esclavitud, el racismo y la segregación.
Existe una gran relación entre escritores africanos con esta escritora y el parecido entre su narrativa y la de escritores latinoamericanos como García Márquez.
El resultado de la victimación de Pecola por su propia comunidad es una trágica división. Esta doble conciencia resulta de la convicción de haber adquirido la belleza que ella cree que debe acompañar a los ojos azules.
Toda la comunidad se mueve dentro de la perspectiva del título que sirve de metáfora a la novela. Tratar de descubrir la razón de ser ignorada o despreciada lleva a Pecola a la conclusión de que si sus ojos fuesen diferentes o de otro color ella también sería distinta.
La reciente incorporación de Toni Morrison al canon hegemónico ha dado lugar a numerosas y polémicas controversias en torno a la significación que conlleva dicha canonización para la traición literaria y el canon afroamericano de los cuales Morrison constituye una de las bases más firmes.
En la obra Ojos Azules, Morrison recurre de forma insistente al mundo psicológico de sus personajes para expresar el impacto destructivo que tiene el entorno en la vida de las gentes de origen africano.
También en esta obra se indica el falso concepto que de sí mismos adquieren las mujeres afroamericanas al adoptar valoraciones externas.
En sus novelas iniciales, como Ojos Azules y Sula, podemos observar la influencia manifiesta que ejercen en la narrativa dos intenciones primordiales: En primer lugar, la autora expresa su reproche a la hegemonía literaria de la tradición occidental. Por otra parte, establece una visión diferente y alternativa de las situaciones narradas. La continua referencia a África y a una identidad cultural de origen africano en el Caribe y en el hemisferio sur en la obra de Toni Morrison y de otras escritoras afroamericanas contemporáneas que indica la fuerte afinidad cultural existente.

En búsqueda de conciencia y sensibilidad en la discriminación racial


Al día siguiente, la profesora invirtió los papeles y los niños de ojos marrones pasaron a ser los superiores. Lo curioso es que en ese momento este grupo realizó las tareas y los ejercicios de clase bastante más rápido que lo habían hecho el día anterior y mucho más rápido que el grupo de ojos azules. Cada grupo había adoptado perfectamente el rol de dominantes y subordinados con los correspondientes estados de ánimo de alegría y tristeza en cada uno de ellos. Al finalizar este ejercicio, la profesora les explicó que se trataba de un ejercicio para que se dieran cuenta de cómo actúan los racistas en su país y que si no les parecía justo sentirse discriminados por el color de sus ojos, tampoco es justo perpetuar los prejuicios sociales basados en categorías como el color de la piel.

He visto oportuno recordar el experimento psicosocial que realizó la maestra de primaria, Jane Elliot, en 1968 con objeto de sensibilizar y concienciar a su alumnado de la importancia de la tolerancia. Un experimento que no podría "ilustrar" de mejor manera los contenidos que hemos tratado en el blog. A raíz de la muerte de Martin Luther King, Jane Elliot intenta llevar a cabo un proyecto basado en la categorización social con el fin de concienciar al alumnado de los efectos de la discriminación, tanto en quien la ejerce como en quien la padece. 
Consistió en dividir el aula en dos grupos en función del color de los ojos. De esta manera, a los niños y niñas que tuvieran los ojos azules la profesora les diría que son superiores y más inteligentes que los de los ojos marrones y por eso tenían derecho a ir al recreo o podían repetir la comida. Mientras, a los niños de ojos marrones les diría que son más lentos, menos inteligentes y más torpes, por lo que no podrían disfrutar de los privilegios de los primeros. Además, a cada niña y niño de la clase con ojos marrones se les hizo ponerse un pañuelo en el cuello que servía para identificarles rápidamente como el grupo discriminado. Esta separación en el aula rápidamente obtuvo consecuencias y empezaron las peleas entre ambos grupos y las discusiones en clase. Amigos de toda la vida se veían ahora enfrentados simplemente por el hecho de que les habían dicho que eran diferentes.
Este experimento lo podéis ver en el documental de “A class divided” de William Peters (1985) donde enseña el reencuentro de los ex-alumnos 15 años después del experimento con su profesora Jane Elliott en su antigua escuela de Riceville (Iowa) y les muestra las imágenes del experimento. Los antiguos alumnos afirmaron que este experimento pedagógico sobre la discriminación les había ayudado mucho como personas en sus vidas.
Una clase dividida supone una manera eficaz y contundente de mostrar la sencillez y celeridad con que se produce esta discriminación e intolerancia y de algún modo en el mismo planteamiento del problema la solución a este.  


Conclusiones

Comienzo mi conclusión abordando los asuntos principales de los que trata el libro: ellos son, sexismo, clasismo y racismo. El personaje trágico de la obra sin duda como ya todos sabemos es Pecola, una niña que desde antes de ser engendrada no era difícil augurarle el futuro que le esperaba. Es un personaje creado para el sufrimiento, para la sumisión, para lo que los demás quieran hacer de ella, lo triste no es sólo eso, lo triste es que la autora refleja la realidad que viven la mitad de la población, por lo tanto, ¿es un asunto de sexismo? Sí, evidentemente, pero como bien dije al principio, también es un asunto de raza, porque si eso le sucediera a una niña blanca, las autoridades la avalarían, no me cabe la menor duda.

Hay personajes como por ejemplo, el de Frieda, que luchan por hacer frente a sus vicisitudes, pero en el caso de Pecola, lleva grabada la pobreza, la depresión, la fealdad y la marginalidad desde el momento en que fue engendrada, son personas que viven en un estado de melancolía permanente.  Están abocadas a un desenlace trágico, como es el caso de Pecola, a la soledad, al rechazo, a la locura.

La madre de Pecola, Pauline Bredlove nunca se atreve a dar el paso de dejar a Cholly, su esposo y padre de Pecola y Sammy, habla del sexo, de los orgasmos con los que se satisfacía, pero más allá de la dependencia sexual que la unía a él, lo que la ligaba a esa vida miserable era el sentirse pobre, fea, y negra. Lo que la unía a él, era el rechazo que el resto de la sociedad sentía hacia ella. Porque queda bien claro en la obra que Pauline era una mujer capaz de ganarse la vida por ella misma, totalmente independiente económicamente y hábil.

Pero más allá de todo eso, creo que Cholly era para ella, la otra mitad negra, pobre y fea con la que se identificaba y se reflejaba para creer que se refugiaba del hastío que sus amigas y el resto de la sociedad le concedían. El trasfondo de la obra, según mi opinión, representa los cánones de belleza, los famosos clichés occidentales que nos embadurnan la mente. Y para decir esto me baso en varios detalles del libro, uno de ellos, cuando le regalan las “bonitas” muñecas a Frieda y Claudia por navidad, unas muñecas blancas de ojos azules con apariencia dulce y con voces tiernas grabadas en un disco interior. Claudia rechaza la muñeca y la compara con una muñeca negra. ¿Por qué nadie sueña con una muñeca negra? Es lo que viene a plantearnos, o ¿por qué nadie le pregunta sus gustos?
   
El libro es una obra de reflexión, donde dos niñas, Frieda y Claudia, nos hacen descubrir que donde más humanamente se vive es fuera de los cánones sociales que el patriarcado nos implanta. Pauline debió ser amiga de Fieda y Claudia, para darse cuenta de que se puede y se debe ser fea y no vivir en el suburbio de la ciudad conformándote a la atención o desatención que te quieran dar. Posiblemente eso no le habría evitado tener hijos feos, pero sí le habría evitado tener una hija insegura de ella misma, por lo menos, de esa forma, su hija se habría rebelado a los abusos sexuales de su padre, se habría dado la vuelta para mirarlo a la cara y no se habría mantenido quieta, conformándose a lo que quisieran hacer de ella.

A modo de conclusión el libro es una obra fundamental que enlaza muchos temas actuales, en él aprendemos o deberíamos aprender que la postura feminista es algo que recién empieza ahora y que las negras tienen mucho por hacer, porque aún, a día de hoy se les sigue considerando una raza sucia, indigna del respeto, una raza oprimida, vejada y violada. Una raza donde muchas de las mujeres no saben qué significa feminismo pero se rebelan diariamente contra todo lo que va en contra de la igualdad y de los derechos humanos. Sin formar asambleas, sin ir a reuniones y sin escribir grandes tesis, hacen día a día, el mayor sacrificio que una persona puede hacer, que es el de vivir en un lugar inhóspito y atrasado, y hacer que se les respete.

Son, no se nos olvide, las oprimidas de los oprimidos, y aunque el libro trate de sexismo, debajo de esa capa, está un color, en nombre de ese color a día de hoy se sigue violando, matando, discriminando y insultando.
Como ejemplo pongo la forma de Gertrudis de despedir de su casa a Pecola.

-Vete- le dijo con la misma voz tranquila-. Perversa zorrita negra. Vete enseguida de mi casa.


En definitiva y para terminar, la humanidad y el progreso, no puede ser humano y no puede prosperar si no aunamos a todas esas voces y estudiamos el camino hacia la liberación.

¿Estamos ante un libro feminista o de raza?

En la cuestión se abordan ambos asuntos, es una obra que intenta abrir la zanja del feminismo, te incita a que reflexiones sobre eso y también de raza, no podríamos decir groso modo que no trate de las dos cosas. Ahora bien, el asunto principal, lo que hay debajo de todo, es la cuestión de la raza, ya que la autora lo que intenta despertar con esta obra es concienciar a todos los seres humanos de que el color de la piel no da derecho a la exclusión social.

Las mujeres con dinero, blancas o negras, necesitan saber que el feminismo no tiene que ver con la idea de vestirse para el éxito o con convertirse en una ejecutiva de una gran empresa o con ganar un puesto electoral; no se trata de hacer posible un matrimonio con dos carreras y unas vacaciones de ski y pasar una gran cantidad de tiempo con tu marido y tus dos maravillosos hijos porque tienes una trabajadora doméstica que hace que todo eso te sea posible, pero que no tiene ni el tiempo ni el dinero para hacerlo ella misma; no tiene que ver con formar una asamblea feminista o con pasar un fin de semana en un taller carísimo sobre cómo enfrentarte al patriarcado.

A menudo las feministas blancas actúan como si las mujeres negras no supiesen que existía la opresión sexista hasta que ellas dieron voz al sentimiento feminista. Creen que han proporcionado a las mujeres negras la liberación. No entienden, ni siquiera pueden imaginar, que las mujeres negras, así como otros grupos de mujeres que viven cada día en situaciones opresivas, a menudo adquieren conciencia de la política patriarcal a partir de su experiencia vivida.

Estas mujeres negras veían el discurso de las feministas blancas sobre la tiranía masculina y la opresión de las mujeres como si hubiera una «nueva» revelación y ésta tuviera muy poco impacto en sus vidas. Para ellas no era más que otra indicación de las condiciones de vida privilegiadas de las mujeres blancas de clase media y alta que necesitaban una teoría que les dijera que estaban «oprimidas». El hecho es que la gente que está de verdad oprimida lo sabe incluso si no se compromete con una resistencia organizada o es incapaz de articular de forma escrita la naturaleza de su opresión. Esas mujeres negras no veían nada de liberador en los análisis. Ni el hecho de que las mujeres negras no se hayan organizado de forma colectiva en gran número alrededor de los temas del «feminismo» —muchas de nosotras ni conocemos ni usamos el término— ni el hecho de que no tengamos acceso a la maquinaria del poder que nos permitiría compartir nuestros análisis o nuestras teorías sobre el género con el público estadounidense, niegan su presencia en nuestras vidas ni nos sitúan en una posición de dependencia en relación con las feministas, blancas o no, que alcanzan a una mayor audiencia.

Los estereotipos racistas de la mujer negra fuerte, sobrehumana, son mitos en la mente de muchas mujeres blancas, mitos que les permiten ignorar hasta qué punto las mujeres negras son víctimas en esta sociedad y el papel que las mujeres blancas juegan en el mantenimiento y la perpetuación de esa victimización.

Como grupo, las mujeres negras están en una posición inusual en esta sociedad, pues no sólo están en el fondo de la pirámide ocupacional, sino que nuestro estatus social es más bajo que el de cualquier otro grupo. Al ocupar esa posición, aguantamos lo más duro de la opresión sexista, racista y clasista. Al mismo tiempo, somos un grupo que no ha sido socializado para asumir el papel de explotador/opresor puesto que se nos ha negado un «otro» al que podamos explotar u oprimir. Las mujeres blancas y los hombres negros están en ambas posiciones. Pueden actuar como opresores o ser oprimidos y oprimidas. Los hombres negros pueden ser víctimas del racismo, pero el sexismo les permite actuar como explotadores y opresores de las mujeres. Las mujeres blancas pueden ser víctimas del sexismo, pero el racismo les permite actuar como explotadoras y opresoras de la gente negra. Ambos grupos han sido sujetos de movimientos de liberación que favorecen sus intereses y apoyan la continuación de la opresión de otros grupos. En la medida en que ambos grupos, o cualquier otro grupo, definen la liberación como la posibilidad de adquirir la igualdad con los hombres blancos de la clase dominante, tienen intereses creados en la continuidad de la explotación y opresión de los otros.

Un ejemplo claro aparece en el libro que estamos tratando Ojos azules de Toni Morrison, en el cuál se especifica de forma clara que cuando un negro era tratado mal por un blanco, él descargaba la ira que no podía descargar con el blanco al llegar a casa, con su mujer, y le pegaba como si se tratara de un hombre.

Las mujeres negras sin «otro» institucionalizado al que puedan discriminar, explotar u oprimir tienen una experiencia vivida que reta directamente la estructura social de la clase dominante racista, clasista y sexista, y su ideología concomitante. Es esencial para el futuro de las luchas feministas que las mujeres negras reconozcan el punto especial de ventaja que su marginalidad les otorga y hagan uso de esa perspectiva para criticar la hegemonía racista, clasista y sexista así como para imaginar y crear una contra-hegemonía. Tienen un papel central que jugar en la formación de la teoría feminista y una contribución que ofrecer que es única y valiosa.

Carga erótica y sexual vista desde la inocencia

Son distintos y diversos los temas que la escritora estadounidense aborda en Ojos Azules: discriminación racial, los ideales la belleza, la voz pasiva de mujer, una búsqueda de la identidad de Pecola, que parece construirse a partir de los discursos de los diferentes personajes. Lo que probablemente llame más la atención o quizás pase desapercibido ante la gravedad de asuntos y acontecimientos que relata la historia, al menos desde mi punto de vista, es el hecho de que todo se vea  y se traduzca desde un punto de vista infantil, desde la visión de niños que comprende los 9 y 13 años. Hablo en general de la construcción del personaje de Pauline Breedlove, madre de Pecola, que desde su juventud busca y ansía un amor idílico, como se muestra en las películas que ve en el cine, se relata a ella misma desde su infancia cuando cuidaba de sus hermanos; la construcción de Cholly Bredolove, padre de Pecola, abandonado nada más nacer y criado por su tía abuela Jenny, contempla en mundo desde la visión de un niño, sufriendo la muerte de su tía abuela, pillado por dos hombres blancos en el momento en que se disponía a mantener relaciones sexuales…; la descripción y narración de las hermanas Frida y Claudia, amigas de Pecola, quienes nos sitúan en el marco espacio-temporal y nos relatan sus vivencias como niñas (la sumisión a su madre, el altercado con el señor Mr. Henry), etc.
En este contexto, donde los adultos pasan a ser personajes de un discurso de niños (narradores: Claudia, Pecola, Cholly (niño), Pauline (niñas…) la representación sexual, la carga erótica queda también sumida bajo este aspecto infantil, el cual no resta inquietud o relevancia, sino que añade cierta aflicción en su lectura. Son distintos los escenarios en los que se da, por lo que he escogido 4 de ellos que lo argumenten:


1.     El primer caso es el inquietante encuentro que se da entre la pequeña Frida y el señor Mr. Henry (inquilino de su casa), ante el perturbador incidente la autora, Toni Morrison, decide relatar el suceso mediante el discurso de Frida y las inocentes pero oportunas preguntas de su hermana Claudia: 

























1.     Otro de los casos que he visto oportuno escoger ha sido la descripción apacible y jovial que Pauline da del acto sexual que mantiene con Cholly; una descripción de luciérnagas y arco iris, de bayas y limonada:


1.     El tercer suceso escogido y algo perturbador y conmovedor, a mi parecer, es la conversación final que Pecola mantiene con un “amiga” acerca de la “violación” de su padre, el cual parece relatar no sé si restándole importancia pero sin duda al extraño de ser objeto de conversación entre dos chicas (lo cual afrentan como una “porquería” desde la inocencia de una niña): 

























1.  El último caso, si bien he querido meterlo dentro de este apartado es algo más trivial que los anteriores, y se concreta en el mismo momento de violación. Sería oportuno abrir un debate que enriqueciera este punto. Si bien es cierto no se relata desde el punto de vista infantil como puede narrarlo un niño, pero la autora parece querer mostrar esta situación  de un modo más “ameno” o al menos “menos escandalizador”, pues parece que Cholly se refugia en el pensamiento de parece hacerle un favor ante la tristeza de su hija o bien llegar a simularlo con el “amor” que llega incluso a comparar con la sensación que tuvo con Pauline:



citas que recuerdan a la obra


Esta frase de Eduardo Galiano, se puede extrapolar a la obra de Toni Morrison, pues Pecola es negra no porque ella lo haya elegido, sino por su genética. Ella lleva en su sangre el destino de ser fea, pobre, ser de color y sentirse inferior a los demás, debido a que esta vive en una sociedad racial, donde la gente blanca,  como dice Galeano, serían “las malas                                                                                                semillas del crimen”.



La escena en la que Cholly está realizando relaciones sexuales de joven con una muchacha y dos hombres blancos les pillan, me recuerda a la película “Crash (Colisión)”. Cuando un policía blanco, racista, está haciendo una patrulla de noche y ve delante de él un coche, en donde una mujer negra le hace una felación a su marido, también negro.

Los personajes

Los personajes principales de Ojos azules son: Pecola Breadlove, Sammy Breadlove, Cholly Breadlove, Mac Teer Breadlove, Claudia y Frieda.
·         Pecola Breadlove. Es la protagonista de la obra. Es una niña de once años negra de baja condición social. Es fea y nadie la quiere, pues toda la comunidad blanca la desprecian. Cuando sus padres se pelean, la niña tiene la facilidad de evadirse del mundo imaginándose que tiene los ojos azules y todo lo que ve es un mundo bonito. Quiere ser como Shirley Temple o como las muñecas blancas de ojos azules Mary Jane.
Pecola, simboliza la tristeza, la soledad, la fealdad.
·       
     Cholly Breadlove. Es el padre de Pecola, es un hombre borracho e irresponsable. Es el responsable del incendio del almacén, su hogar y el de su familia.  Fue abandonado por su madre cuando él era un bebé y criado por su tía Jimmy. Después de la muerte de su tía, se va en busca de su padre. Viola a su hija mezclando el sentimiento de locura y afecto. La fuente de algunos de sus actos de violencia  se explica en un altercado que tuvo cuando era joven: fue sorprendido por dos hombres blancos mientras mantenía relaciones sexuales con una muchacha. “Él se había quedado inmóvil, aterrorizado. Ellos rompieron a reír. El haz de luz de la linterna no cambió de enfoque. << Adelante –dijeron los hombres-. Continúa hasta el final. Y hazlo bien, negrito>>. El haz de luz mantuvo implacable su posición.” Cholly Breadlove, me recuerda a Paco, de la película “Volver”. Hace de marido de Raimunda, un borracho sin trabajo que intentar abusar de su hija (que no es su hija).
·        
     Pauline Williams. Es la madre de Pecola. Novena de once hermanos. Al quemar Cholly el almacén, ella reside en la casa de la mujer para la cual trabaja. Ella misma se considera una mujer honesta y cristiana. Nadie en la novela la llama por su nombre, sino que se refieren a ella como la señora Breadlove. Este personaje representa el autoritarismo, es la que trabaja y de alguna manera es la que intenta sacar su familia hacia adelante. Es un personaje solitario.
·         
       Sammy Breadlove. Es el hermano mayor de Pecola. Es un personaje principal pero al que menos hacen referencia. Al igual que su hermana, se ve afectado por la falta de armonía en su hogar entre su padre y su madre. Sammy es conocido por haberse escapado de su hogar más de veintisiete veces. En cierto modo puede simbolizar la libertad, por el hecho de que se esté escapando continuamente de casa. Cholly no le importa nada. Cuando el matrimonio discute, la señora Breadlove cogió una tapadera y le da tremendos golpes dejando a Cholly en estado de inconsciencia, es cuando Sammy grita “¡Mátalo! ¡Mátalo!”

·        
      Las hermanas: Claudia y Frieda. Viven en una casa vieja, fría y verde.  Frieda es la mayor de las dos, y Claudia es una de las voces que narran la historia de Pecola. Son traviesas, y tras la llegada de Pecola a su casa, estás dejan de pelearse. Acogen a Pecola como si esta fuera de  su familia. Son las únicas amigas de Pecola. Son las únicas que sienten sentimientos hacia ella y las que se compadecen cuando se enteran de que Pecola está embarazada de su padre.